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FEDERACION DE FRIGORIFICOS RECUPERADOS
El amor y la carne
Catorce frigoríficos recuperados por los trabajadores formalizaron una alianza que les permite organizarse mejor y ser más fuertes a la hora de negociar con diferentes interlocutores.
Por Esteban Magnani
Frigoríficos recuperados de todo el país se unieron para formar la Federación de Cooperativas Autogestionadas de la Carne y Afines para poder pararse con más firmeza en las negociaciones con otros actores, pero también para intercambiar experiencias entre sí y fortalecerse mutuamente. “A nosotros no nos unió el espanto, como diría Borges, nos unió el amor a la clase, a la lucha política”, explica Raúl Ruiz Huidobro, presidente de la flamante Federación (Fecacya).
Catorce frigoríficos recuperados por los trabajadores decidieron formalizar una alianza que lleva al menos tres años y que les ha permitido organizarse mejor y ser más fuertes a la hora de negociar con diferentes interlocutores. La iniciativa genera resistencia entre otros actores del rubro: “El mercado cuestiona esto porque está muy cartelizado. Hay cuatro cámaras que son figurativas y por debajo hay una mesa que discute y decide”, explica Ruiz Huidobro. Si no estuvieran juntas, las recuperadas de la carne tendrían un margen de maniobra mucho menor. Unidas se transforman en un actor de peso.
Ruiz Huidobro es también presidente de la Cooperativa Frigocarne de Cañuelas, empresa que tiene una historia muy similar a la de buena parte de las recuperadas, no sólo las de la carne. En 2004, luego de tres quiebras sucesivas que servían para licuar deudas en general y no pagar indemnizaciones a los que quedaban cesantes, 70 trabajadores decidieron terminar con esa secuencia macabra de promesas incumplidas. Tras una larga lucha consiguieron la expropiación a su favor y la crisis cíclica quedó finalmente atrás, también gracias al apoyo financiero del Programa de Trabajo Autogestionado del Ministerio de Trabajo. Hoy en día trabajan en el frigorífico 143 socios que invierten en mejorar la planta: “Nosotros somos el único frigorífico de Buenos Aires que no tira agua contaminada y eso lo hicimos porque nos importan nuestros hijos”, explica Ruiz. “Hicimos una inversión muy grande en mejoramiento tecnológico. Habilitamos 15.000 m2 de la planta que estaban destinados al tratamiento de agua y que no funcionaban cuando estaban los patrones.”
La lógica de crecimiento requería además unirse a otras cooperativas para fortalecerse tanto hacia afuera como hacia adentro. “Para afuera es importante porque si vas a un ministerio solo, tenés que esperar. Si vas junto a otros, organizado, se te habilitan puertas que antes no se abrían. Y para adentro la idea es generar espacios colectivos, lograr cambios en la subjetividad y en la conciencia”, se entusiasma el presidente de la Federación, que tuvo su asamblea constitutiva el mes pasado en el Ministerio de Trabajo.
Los socios de las cooperativas se cruzan en los encuentros e intercambian experiencias que ayudan a que dejen de pensar como los empleados que eran hasta hace poco: “Esa es una lucha fuerte. En Frigocarne tenemos fotos de los compañeros desaparecidos pegadas por la planta. Hay carteles con consignas, trabajamos la conciencia generando debate y responsabilidad”. Gracias a la movilización permanente la mayoría de los compañeros tiene hoy una participación activa en todas las actividades de la cooperativa, destacan.
La Fecacya contó con el apoyo de la Secretaría de Participación Ciudadana de la Provincia de Buenos Aires que regula las cooperativas, para formalizar su trabajo y organizar a las catorce asociadas (trece en funcionamiento y una peleando por la expropiación) desde un marco legal. La Federación suma cerca de 2000 trabajadores y 20.000 cabezas faenadas por mes, una cantidad no menor en una industria que está pasando por una de las crisis más graves de su historia. La idea es profundizar la alianza para poder comprar y vender en conjunto. Por ejemplo, uno de los insumos principales de los frigoríficos, el fueloil que se usa para las calderas, ya se compra de esta manera y con precios más convenientes.
Pero si se pregunta cuál es la mayor victoria de la federación a su presidente, concluye que “fue haber apoyado a un frigorífico de Formosa que estaba destruido; era un colgadero. Con capacitación, los compañeros pudieron encontrar sus números, sus rindes, su capacidad productiva. Antes estaban muy perdidos y trabajaban para el antiguo dueño”. Hoy en día la cooperativa, Corral 7, forma parte de la Fecacya.
Y en el largo plazo, “la idea es lograrlo todo: formar un instituto de carne, laboratorios propios, escuelas de formación profesional y más”. Pero probablemente lo que más entusiasma a este hombre de hablar conciso, es la posibilidad de ser eficiente para generar más trabajo y también para ir en contra de la tendencia de que la carne se vaya del país mientras localmente la gente se alimenta “cada vez más con fideos”.
Resulta extraño, porque para contar la historia de los frigoríficos recuperados y su lucha, Ruiz Huidobro es capaz de mezclar cuestiones de eficiencia y controles fitosanitarios con el amor o la alegría. Cuenta, por ejemplo: “Vino un sociólogo alemán que me emocionó mucho. Estuvo fotografiando cada puesto de trabajo, charlando con la gente. Cuando salimos le pregunté qué le parecía el lugar y me contestó: ‘Estoy enamorado de la alegría. Acá vi alegría; se ríen, trabajan con orgullo y no porque alguien los está presionando de atrás’”